Queda muy poco:
Solamente ese escritorio
de madera que sigue acariciando el piso,
los rumores de las olas
que están cerca, aunque no acostumbro ir a visitarlas.
A veces solo como pan con
un poco de aceite,
o espero que el vaso de
agua dure toda la mañana .
Más allá de esta
habitación, está lo que quedó sentado:
Un príncipe se bajó del
caballo,
una batalla en medio del
campo terminó con casi todos,
y en invierno atestigüé
miles de hojas secas a lo largo de un pasillo,
la pila de nombres de
muertos se acumuló como revistas viejas,
las risas incómodas que a
la mañana siguiente se olvidaron,
un chorro de agua que vino
desde la alberca,
los labios escondidos bajo
la mirada de la joven fotógrafa,
el silencio que queda
cuando se rompe en dos una guitarra,
el clavicordio que afinaba
un alemán desconocido,
los dedos de ella a lo largo del teclado,
los dedos de ella a lo largo del teclado,
las explicaciones que
merecen el simple acto de mirar la luz,
el nacimiento de un
volcán,
un nuevo continente,
los muros invisibles,
la puerta que se cerró
la piel de un recién
nacido que calienta la mejilla.
Y al final,
confirmar que los milagros
solamente suceden arriba de la cama.
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31 Diciembre, 2016
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