martes, 21 de abril de 2009

El día de la primera lluvia

No hubo frío como se hubiera querido creer. Tampoco vino corriendo la libreta a que escribiera en ella, como hubiera querido mi mano. La noche no fue tan ruidosa, como hubiera querido mi ventana y el amanecer siguiente no fue tan húmedo, como hubieran querido mis pies descalzos. El té no estaba tan caliente, como hubiera querido mi taza y tu cama no guardaba el calor, como cuando recién te has levantado.

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