martes, 30 de diciembre de 2014

Escrito en una postal que no pudo llegar a su destinatario

Querida:

Te escribo con un pie en verano y otro en otoño. Acá no se ponen amarillas las hojas y el sol quema como si fuera una sartén en el fuego. El cielo, sin embargo, nunca deja de ser azul como el mar, como tus ojos. Y he me aquí otra vez, flotando en la balsa que lleva tu nombre.

Siempre,

Adrián

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