lunes, 9 de marzo de 2009

Sófía entra al bosque

Un par de pasos que apenas escucha en sus oídos. El pasto quebrándose bajo sus pies. Apenas cruza el umbral y el bosque vuelve a ser gris. Ya no hay una pared verde sino una larga recopilación de ladrillos rojos. El pasto se extiende seco y amarillo hacia el interior del bosque, que ha dejado de ser colorido. Sofía baja la mirada y el mar de sus ojos azules se posa en una libélula que encuentra a sus pies. ¿No había estado soñando con todo esto? Su abuela confesó una tarde fría, oliendo entre Chai Tea y madera antigua, cómo un día en un sueño había venido una libélula a describirle un bosque que se caía a pedazos durante el día y al día siguiente volvía a nacer. Un día para ella pero 100 años para el bosque, y ella solamente podía ser espectadora: miraba en un día, en velocidad inaudita, como miles de hombres pequeños venían a destrozar, incendiar y cortar al bosque. Y Sofía, se preguntaba: ¿No había soñado Sofìa con algo así?

No hay comentarios:

Publicar un comentario