Tenía apenas la edad de la inocencia. A los 10 años ningún niño que se aprecie de serlo podría amar realmente. Aún así, miraba con su madre las películas clásicas, como Casablanca, y se imaginaba que cuando ella creciera su vida sería en blanco y negro y lloraría por un hombre que la dejaría, tras subirse a un avión bimotor. El avión se estrelló contra el final de la hoja donde escribía sus recuerdos, ahora ya falsos. El automóvil negro desapareció entonces.
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