sábado, 14 de febrero de 2009
La poesía
Ahora es ruborizante leer un poema al aire,en voz alta, a mucha gente. La poesía, dicen hoy, tiene que leerse en silencio, y de preferencia a hurtadillas. Los lectores de poesía tienen que buscarse un rincón en las cafeterías donde nadie los mire, no vaya a ser que un comensal de cuello engolado lo mire por debajo del hombro. De preferencia leerse entre luz verde roja y verde, para contener el enojo del automovilista que nos dejó varados. Leer poesía en el baño, dice una revista que se publica los domingos, aunque ellos creen que invitan a leer durante la comida. Las salas de poesía tienen a los mismos de hace 25 años y solamente uno que otro viene, se sienta, toma un café y después corre a tomar el autobus pues se hace tarde. Ya no hay poetas en las plazas y si hubiera nadie los escucharía. Ahora están escondidos como guionistas y, cada que pueden, insertan alguna línea casi fantasmal a manera de diálogo o soliloquio. (CONT)
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